Pepe da Rosa - Dieta para adelgazar Text

Songtext zu Dieta para adelgazar

Conseguir una buena dieta para adelgazar se ha convertido en una manía para mucha gente. Como todo en la vida, eso cuesta dinero. Pero el que suscribe, que le gusta ayudar al prójimo siempre que puede, va a darle una dieta con la garantía absoluta de quedarse con menos carne que un telegrama.

Coja usted un kilo de lentejas y se mete usted en el dormitorio. Ponga una silla junto al ropero, súbase a la silla y tire el kilo de lentejas al suelo. El ejercicio consiste en coger las lentejitas una por una y ponerlas en lo alto del ropero, realizando los siguientes movimientos:

1º) Coge usted la lentejita
2º) Se sube a la silla
3º) La pone usted en lo alto del ropero
4º) Se baja usted de la silla
5º) Vuelve a coger otra lentejita

Divida usted el ejercicio en dos partes. Primero cogiendo las lentejitas que hayan caído cerca de la silla y segundo, cogiendo las que hayan caído debajo de la cama, razón esta por la que se hace el experimento en el dormitorio. A esta segunda parte hay que añadirle después dos movimientos más: el agacharse y tirarse al suelo y el arrastrarse hasta donde está la lentejita debajo de la cama. Ojo que es muy importante. No se puede coger más que una lentejita en cada movimiento. No valen trampas, las cosas se hacen o no se hacen porque si no, ni tiene gracia ni usted se quita kilos.

Hay que empezar a las 8 de la mañana sin haber desayunado. A las 2 de la tarde (no a la 1 y cuarto sino a las 2 de la tarde) se toma usted un breve descanso. Se mete usted en la cocina, asa usted una buena chuleta de Ávila y se llena usted un vaso de vino tinto fresco de La Rioja. Pone usted las dos cosas juntas y a la vista de la chuleta y el vino, se come usted una galleta y un té sin azúcar y con limón, sin dejar de mirar la chuleta y el vino. Esto se llama masoquismo alimenticio. Se le caerán dos lágrimas pero ahí está el mérito.

A continuación siga usted cogiendo lentejitas hasta las 8 de la tarde. A esa hora se pega usted una ducha, y sin mirarse al espejo se come otra galleta y se acuesta que estará rendido. Al día siguiente siga usted cogiendo lentejitas, y en lugar de una galleta se come usted galleta y media, en lugar del té una manzanilla y en lugar de una chuleta de Ávila y el tinto de La Rioja, prepara usted un cocido a base de carne, morcilla, tocino, verduras y un buen vino blanco de marca. Haga usted lo mismo, mirarlo, pero sin tocarlo. Siga cogiendo lentejitas y a las 8 de la tarde esa ducha, otra galletita y sin mirarse al espejo, a dormir que se lo ha ganado.

En la tarde del quinto día, esa ducha y eso sí, ahora se mira usted en el espejo. Se verá feo, flojo, lacio y demacrado, pero indiscutiblemente más delgadito. En ese momento usted puede hacer dos cosas: o empezar de nuevo el ejercicio, o echar las lentejas en una olla con medio kilo de tocino y un buen trozo de chorizo y cuando aquello esté como tiene que estar, ponerse de lentejas como a nadie le importa y a Roma por todo. Con el hierro que tienen esas lentejas, se habrá usted puesto como una gancela.

Ahora bien, ¿que sigue usted emperrado en perder kilos? Intensifique el ejercicio tirando las lentejas al patio y subiéndolas una por una hasta la azotea, manteniéndose con la misma galleta al mediodía y tomando de cena un vaso de agua caliente y un rábano. Ahora eso sí, los platos a preparar en la cocina tienen que variar diariamente. Un día una favada, otro día pato a la naranja, otro día menudo y así tantos platos como días realice usted el ejercicio. Los vinos siempre de marca.

No debe de mirarse al espejo hasta el último día, aunque será una tontería porque el último día si es que llega, no ve usted ni a su padre. Pero usted mire por si acaso, aquí no hay problema. O usted acaba con las lentejas o las lentejas acaban con usted. En este segundo ejercicio y a partir de los quince días, queda terminantemente prohibido meterse en la bañera sin un salvavidas de corcho, a fin de que no se vaya usted por el tubo del desagüe, porque de salud no se sabe como quedará usted, pero delgado... ¡Como el Mahatma Gandhi de la India!

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